El Ocaso de una Alternativa

Este jueves el gobierno griego puso el broche final a su humillante derrota ante el Eurogrupo, tras más de un mes de tiras y aflojas en las negociaciones sobre la deuda helena con éstos, con el trámite parlamentario de la aceptación de un tercer rescate financiero para el país. Un último mes de vértigo en el que hemos pasado de la indignación al apoyo incondicional al gobierno de Syriza, de ahí a la incertidumbre para caer en la euforia democrática y finalmente desembocar en que se nos cayera el alma a los pies: Tsipras cedió. Y lo peor no fue solo eso sino que lo hiciera ante unas condiciones vergonzantes, si cabe más abusivas que las que inicialmente se plantearon y rechazaron en el referendum del 5 de julio. Y eso es lo que más duele. Porque no eran pocos los helenos ante los cajeros automáticos dispuestos a sufrir las penurias de un corralito, si con ello desafiaban las formas pseudodictatoriales de la famosa troika. Una troika a la que pareció que todos nosotros, con nuestras propias manos, doblegábamos aquel 1 de julio cuando Grecia se negó a pagar al FMI los mil quinientos millones de euros que le debía y con la desafiante convocatoria de un referendum por bandera. Era una batalla, como pocas se han visto antes, y la estabamos ganando... o eso creíamos.

Y es que cabe preguntarse cuáles han sido las razones para que el gobierno griego, que parecía desafiar al Eurogrupo como Leónidas y sus trescientos hicieron en las Termópilas, haya cedido aún cuando la mayoría de su pueblo, incluso aquellos que no le habían votado, estaba ayudándole extenuado con las pocas fuerzas que le quedaban. ¿Acaso la alternativa era tan mala? ¿Acaso las amenazas llegaron a algún extremo imposible de soportar? Pero imposible de soportar, ¿para quién? ¿Para Tsipras? ¿Para Grecia como Estado? ¿Para Grecia como pueblo? No es baladí esta
diferenciación.

Dicen los analistas, los expertos y algunas de las personalidades más relevantes de la política a nivel internacional que, con la aceptación, Tsipras ha salvado la soberanía de su pueblo y ha ganado la estabilidad que necesitaba con urgencia el país. Dejaré que otros más listos que yo se devanen los sesos en validar, o no, la idoneidad de esta decisión, porque para mi a estas alturas es ya irrelevante. Solo apuntaré que, aún hoy cuando escribo estas palabras de indignación, tanto el FMI como Alemania, a través de su Ministro de Finanzas, siguen diciendo que Grecia debería salir del euro y que su deuda es insostenible. En serio, igual es que soy muy tonto y por eso no lo entiendo. Lo que de verdad me preocupa, y opino que le debería preocupar a mucha gente, es en qué estado se queda entonces el poder de elección del pueblo tras el fin de las hostilidades financieras y la firma de la rendición, encarnada en la aceptación del tercer rescate. Porque los europeos volvieron a sus castillos dejando tras de sí un reguero de cadáveres en el campo de batalla en forma de propuestas e ilusiones y el gobierno griego regresó a casa con el rabo entre las piernas y con la difícil tarea de vender a su gente la basura que acababa de comprar. Pero en medio se han quedado la democracia y las personas a las que se ha ignorado completamente, consumando el gran logro del capitalismo: que el pueblo tenga voz y voto, pero que no valga para una puta mierda.

¿Acaso el pueblo heleno eligió a Syriza para esto? ¿Para conseguir estabilidad a cualquier precio? ¿O, más bien, fue para romper con la austeridad impuesta y después, y solo después, alcanzar la estabilidad? ¿No le recordaron a Tsipras esto mismo con un contundente OXI el 5 de julio? Pueden intentar venderme de mil maneras distintas que la alternativa era la III Guerra Mundial, como se le ha ocurrido escupir con escasa inteligencia a Pablo Iglesias, pero es que esto, el tercer rescate, no era lo que querían los griegos. No se puede hacer azuzar el miedo de una alternativa oscura y maligna eternamente. El miedo a que Rusia ponga sus cojones encima de la mesa no parece preocuparle a occidente cuando se trata de hacer avanzar a la OTAN hacia el Este y arañar sus puertas pero, ¿en lo que se refiere a Grecia sí? Ni tampoco parece preocuparles el hecho de que ahora el pueblo heleno, ante la falta de alternativas, se despeñe por el abismo (esto sí, abismo) de votar a opciones todavía más radicales como Amanecer Dorado o el KKE. Pues para que Grecia haya quedado como el burdel de los ministros de finanzas europeos, puestos a ello, que la puta elija al cliente. Y si quiere a Rusia, pues que le den a Europa.

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